En 1990 la Argentina volvió a organizar un Mundial de Básquetbol, cuarenta años después de la primera edición, que se disputó en Buenos Aires, y donde el título quedó en casa. Los formoseños Ramón Fraixedes y Carlos Donkin, el primero en el área del arbitraje y el segundo en su calidad de presidente de la Federación Formoseña de Básquetbol, participaron muy de cerca en la gran fiesta deportiva. El Canal 3 de Formosa transmitió todos los partidos, y el periodista deportivo Alfredo Domínguez, fue el encargado de las presentaciones de los cotejos, con invitados en el piso, entre ellos los entrenadores Oscar Scarafia, Blas Romero, y Alberto Cano, los ex jugadores Rafael Villagra, Roberto Vega y Torino Noguera, el profesor Hugo Del Rosso, y el subsecretario de Deportes, profesor Guido Florentín. (Foto: El periodista Alfredo Domínguez junto al entonces subsecretario de Deportes, Guido Florentín, en la previa del duelo entre Argentina y Estados Unidos, en el Luna Park).
El Mundial de Básquetbol de 1990 seguramente no será recordado ni por su organización, si por sus estadios, y seguramente quizá tampoco por su nivel general, pero nadie podrá negar que quedará en la historia por dos hechos únicos: fue el último torneo planetario en donde convivieron Yugoslavia y la Unión Soviética y fue la primera vez en la que participaron jugadores de la NBA.
FiBA y la NBA habían alcanzado un acuerdo en 1989 para permitir que los profesionales de la NBA jugaran los torneos internacionales FIBA. Aunque usted no lo crea, la A de FIBA seguía queriendo decir Amateur y se suponía que esa era la condición de los jugadores, cuando absolutamente todos en el mundo cobraban. Pues bien, en 1989 se sinceró la situación y la A pasó a querer decir Asociado. Eso sí, los NBA de Estados Unidos no participarían en competencias FIBA hasta la explosión del Dream Team en el Preolímpico de Portland, en 1992.
En el Mundial de 1990, entonces, jugaron 5 NBA que habían actuado en la temporada 1989/90: Alexander Volkov de la Unión Soviética (estaba en Atlanta Hawks), Drazen Petrovic de Yugoslavia (Portland), Zarko Paspalj de Yugoslavia (jugaba en San Antonio Spurs), Vlade Divac, también de Yugoslavia (Los Angeles Lakers) y Piculín Ortiz de Puerto Rico (Utah Jazz). Para entenderlo bien: no solamente podían jugar los NBA en activo, sino los ex NBA, que una vez que iban a esa competencia no podían volver a jugar un torneo FIBA. Una locura. Era el caso, en 1990, del puertorriqueño Ramón Rivas, el brasileño Rolando Ferreira y de los canadienses Stu Granger y Jim Zoet. De esos 9, los únicos que siguieron en la 90/91 en la NBA fueron Petrovic, Volkov y Divac.
El otro ítem marcado, el de Yugoslavia y la Unión Soviética, estaba a punto de explotar. En el caso de la URSS, en realidad, el ambiente estaba más que caliente. En noviembre de 1989 había caído el muro de Berlín, en ese mismo 1990 había asumido la presidencia de la URSS Mijail Gorbachov y ya se habían aprobado algunos pedidos de soberanía de Rusia y Ucrania. De todos modos, sería en 1991 cuando se concretarían las primeras independencias: Estonia, Letonia y Lituania. En el caso de Yugoslavia, más allá del incidente post final, recién en 1991 explotaría su situación, aunque en forma de cruenta guerra, muy distinto a la Unión Soviética. De hecho, en el Eurobasket de 1991, el base Jure Zdovc, que también estuvo en Buenos Aires, fue obligado por dirigentes de su país (Eslovenia), a dejar al equipo yugoslavo antes de jugar la final del torneo, el último con Yugoslavia unida. Fueron campeones, claro.
Retomando el Mundial de 1990, tras la experiencia en España, se decidió bajar la cantidad de participantes a 16, que se clasificaron de la siguiente manera: el local Argentina (ya no tenía plaza asegurada el último campeón), cinco equipos del Eurobasket (Yugoslavia, Grecia, Unión Soviética, Italia y España), cinco del FIBA Américas que por primera vez clasificaba a Mundiales; antes lo hacía solo a Juegos Olímpicos (Puerto Rico, Estados Unidos, Brasil, Venezuela y Canadá); los dos mejores del campeonato asiático (China y Corea del Sur), los dos mejores del campeonato africano (Angola y Egipto) y el clásico campeón de Oceanía, Australia.
Las subsedes que acogieron la primera etapa fueron Santa Fe, Córdoba, Villa Ballester y Rosario. Aunque la atención local estaba focalizada en Córdoba, donde jugó Argentina, lo mejor se vio en Santa Fe, donde la paridad fue tremenda entre Yugoslavia, Puerto Rico y Venezuela. En Yugoslavia se había armado, a nuestro humilde juicio, el mejor plantel de la historia: Drazen Petrovic, Toni Kukoc, Vlade Divac, Zarko Parpalj, Zoran Savic, Arijan Komazec y un veterano base que mostraba pasta de líder: Zeljko Obradovic. Ah, y se habían quedado sin Dino Radja por lesión. Puerto Rico era la potencia continental, superando a Brasil, con Ortiz, Rivas, Mincy, Carter y Georgie Torres. Y Venezuela estaba cerca de tocar su máximo histórico con una camada fantástica: Víctor Díaz, Sheppard, Carl Herrera, Estaba, Olivares y Nelcha. Tan pareja fue esa zona que los puertorriqueños voltearon al favorito, Yugoslavia, en el cierre de la fase, 82-75. Pasaban dos por zona, así que Venezuela se quedó sin nada.
En Córdoba, una Unión Soviética disminuida por la ausencia de los lituanos (Sabonis, Marciulionis, Homicius, Kurtinaitis, etc), impuso su oficio y tamaño en una zona donde la nota la dio Argentina, eliminando a Canadá en un partido vengorzoso, donde los árbitros permitieron todo, y más, para que el local pasara de ronda. Ampliaremos lo ocurrido con Argentina más adelante.
En Rosario, la tradición del Brasil histórico (Oscar, Marcel, Gerson, Pipoka, Israel) y un excelente plantel australiano (Gaze, Longley, Bradtke, Vlahov), dejaron en el camino a Italia, que tenía un plantel de renombre, pero un tanto veterano. En el Grupo de Villa Ballester, finalmente, más allá de la fuerza que le puso Grecia (no tuvo a Gallis, pero sí a Giannakis, Fassoulas y Christodolou), el ganador del grupo fue un Estados Unidos con otro buen plantel formado: Alonzo Mourning era la estrella, pero tenía otros cuantos destacados que luego jugaron en la NBA: Kenny Anderson, Todd Day, Billy Owens y Christian Laettner. El entrenador era nada menos que Mike Krzyzewski.
Ya en la etapa final (8 equipos), en el Luna Park, las cosas fueron quedando más claras. Puerto Rico mantuvo su envión y ganó su grupo, tras una histórica victoria sobre los Estados Unidos en la última jornada. Los norteamericanos quedaron segundos, Australia tercero y Argentina cuarto, más allá de un excelente partido contra Estados Unidos.
En la otra llave, el dominio lo impuso Yugoslavia, recuperada del golpe sufrido ante Puerto Rico. De hecho, se vengaron aplastando a todos sus rivales en el Luna: le sacaron 23 a la URSS, 18 a Grecia y 10 a Brasil. Los soviéticos quedaron segundos y así se delinearon las semis: Puerto Rico-URSS y Yugoslavia-Estados Unidos.
Pero antes de eso, un resumen de lo que había sido la situación argentina, antes, durante y después del Mundial, con partes del informe que Básquet Plus publicó en su edición papel antes del Mundial de 2006, cuando hizo un excelente especial de 5 entregas, escrito por Alejandro Pérez.
Si bien se podía señalar que el equipo no tenía una línea muy clara de juego, lo que sí estaba claro que en la ofensiva dependía de lo que producía Héctor Campana, quien tras brillar en la gira se lesionó seriamente un tobillo en un amistoso ante Grecia, en Córdoba, a cuatro días del comienzo del Mundial. Eso y un fixture armado por el enemigo, que ubicaba como primeros partidos a la Unión Soviética y Canadá, los dos rivales más fuertes, complicaron el panorama argentino, que tenía como objetivo indispensable pasar a la ronda final.
El debut ante los soviéticos, en la subsede de Córdoba, que armó un estadio desmontable en el predio ferial, no trajo alegrías, como era de esperar. Fue paliza por 20, con un Campana que jugó en inferioridad física y una enorme diferencia rebotera (28-43).
El segundo partido quedará en la historia del básquetbol nacional. A punto de consumarse el mayor fracaso de siempre, cuando a poco menos de 4 minutos Argentina perdía 72-85 ante Canadá, llegó una reacción demoledora de 24-3 que le dio la victoria a los locales. ¿Arbitros arreglados? ¿Privilegios de local? ¿Errores y apatía de los canadienses? Pudo haber algo o nada de cada cosa. Lo que existió fue una gran actitud de Campana, Milanesio y Uranga, entre otros, para revertir una situación adversa, dar un gran paso hacia la segunda ronda y evitar que el Mundial se terminara anticipadamente para los argentinos. La clasificación se concretó ante Egipto. Ante el rival más débil Argentina jugó mal, presagiando lo que vendría después.
En la ronda final tuvo como escenario el mítico Luna Park de Buenos Aires y la ilusión de ver a Argentina peleando de igual a igual contra los mejores solo tuvo argumentos en el primer partido, ante Estados Unidos y con un estadio casi colmado. Se estuvo cerca de dar el golpe, con una actuación fantástica de Campana (33 puntos, que tiempo después le valiera una prueba en la NBA con New Jersey Nets) y un sólido trabajo de grupo, pero entre Kenny Anderson y Alonzo Mourning se encargaron de diluir el sueño. Como si el equipo sintiera el golpe de esa derrota, nunca más se recuperó y lo único que hizo fue bajar, partido a partido su rendimiento, hilvanando caídas ante Puerto Rico, Grecia y dos ante Australia que lo ubicaron, desdibujado, en el octavo lugar.
Volvamos a la definición. Luna Park repleto para la primera semi: Puerto Rico-URSS. Si bien el público se volcó claramente hacia los boricuas, la Unión Soviética jugó una gran segunda mitad y terminó con la epopeya caribeña: 98-82. En la otra, un magistral Drazen Petrovic (31 puntos), ponía a Yugoslavia en la final, tras el triunfo 99-91 sobre los Estados Unidos. Una vez más, la definición era la esperada por todos: Yugoslavia-URSS.
La final fue tan contundente que no tuvo gracia. Pocas veces se vio en la historia de los mundiales una superioridad tan marcada como esa noche. Yugoslavia tuvo tres figuras que dejaron en ridículo a su rival; Toni Kukoc, el mago de 2.07 que jugaba de base, Drazen Petrovic, el artista culminador de las obras, y Zarko Paspalj, el menos elegante de los yugoslavos finos, pero probablemente el más efectivo. Yugoslavia sacó 18 en el primer tiempo y terminó ganando 92-75 simplemente porque no se propuso hacer un destrozo mayor.
En el momento de los festejos, los ingenuos argentinos veían como Vlade Divac forcejeaba con un hincha, le quitaba una bandera y la sacaba de la cancha. Pocos entendían el significado. Pocos meses después quedaría expuesto. El hincha era un argentino llamado Tomas Sarik, de descendencia croata, y la bandera que agitaba en los festejos era de Croacia, obviamente. Divac se puso loco al ver cómo se mezclaba el tema de las nacionalidades en el festejo yugoslavo y por eso su reacción. A partir de allí, el hecho trascendió y en Serbia a Divac lo endiosaron, mientras que en Croacia lo crucificaron. De hecho, Drazen Petrovic, que era su amigo, no volvió a dirigirle la palabra. Esa noche, nació lo que luego sería el monumental documental Once Brothers.
El MVP del torneo fue Toni Kukoc y los otros cuatro integrantes del quinteto ideal el norteamericano Kenny Anderson, los puertorriqueños Fico López y Piculín Ortiz y el brasileño Oscar Schmidt, que además fue el goleador del campeonato con 34.6 puntos de promedio. Como dato de color, todavía al día de hoy dos de las mejores tres marcas anotadoras en un partido son de este Mundial. La máxima, 54 puntos, del coreano Hur Jae contra Egipto, y la tercera, de Oscar Schmidt (52), contra Australia.
Resultados de Argentina
Ronda clasificatoria (Córdoba)
Argentina 97 – URSS 77
Argentina 96 – Canadá 88
Argentina 82 – Egipto 76
Ronda final (Buenos Aires)
Argentina 100 – EE.UU. 104
Argentina 76 – Puerto Rico 92
Argentina 91 – Australia 95
Por el 5º al 8º puesto: Argentina 78 – Grecia 81
Por el 7º puesto: Argentina 84 – Australia 98
El plantel campeón (Yugoslavia)
Drazen Petrovic, Velimir Perasovic, Zoran Cutura, Toni Kukoc, Zarko Paspalj, Jure Zdovc, Zeljko Obradovic, Radisav Curcic, Vlade Divac, Arijan Komazec, Zoran Jovanovic y Zoran Savic. Entrenador: Dusan Ivkovic.
Posiciones finales
1 – Yugoslavia (7-1)
2 – URSS (6-2)
3 – EEUU (6-2)
4 – Puerto Rico (6-2)
5 – Brasil (4-4)
6 – Grecia (4-4)
7 – Australia (4-4)
8 – Argentina (2-6)
9 – Italia (7-1)
10 – España (5-3)
11 – Venezuela (4-4)
12 – Canadá (3-5)
13 – Angola (3-5)
14 – China (2-6)
15 – Corea del Sur (1-7)
16 – Egipto (0-8)