(Por Gustavo Nigrelli- Diario Popular) La AMB, que en 2021 cumplirá 100 años de existencia (su raíz fue la NBA), junto a otros organismos está pensando en la refundación del boxeo para las próximas décadas, aprovechando este contexto de fin de ciclo para impulsar el boxeo a nuevos estadios. Propuestas se buscan

Época de cambios, si las hay. Y de crisis. Las crisis y los cambios maridan, se sabe. Es lo único que alienta en un contexto tan poco esperanzador como éste, tanto en la sociedad como en el boxeo, al menos cuando miramos la foto. Pero el peligro radica en saber para qué lado querrá ir la cosa, y si será para mejor o para peor.

La AMB, la más antigua de las organizaciones internacionales de boxeo, parece haber leído el momento, y al borde de cumplir 100 años de su creación – el 2 de julio de 1921, en la pelea entre Jack Dempsey y George Carpentier, por el título mundial pesado- está pensando en dar un paso al frente con dos temas cruciales, que acaba de tratar en su reciente Convención anual (la 99º) que llevó a cabo la semana pasada, por primera vez en forma virtual.

Uno de los proyectos, además de la creación de protocolos eficaces en todo el mundo para reactivar la actividad, es el “Boxeo Único”. Profesional y amateur unificados. No con las mismas reglas, claro, pero sí mezclando a sus boxeadores cuando cuadre, sin distinción de campos.

¿Pero se piensa en un profesional peleando como amateur, un amateur como profesional, o ambas cosas? Ésa es la cuestión, porque no es lo mismo.

Para el primer caso (profesional en el campo amateur), funcionaría siempre y cuando cada púgil arregle con su Federación las condiciones, y se ganen el puesto en el ring contra los más jóvenes en las correspondientes competiciones olímpicas preclasificatorias.

Sin embargo, una propuesta verdaderamente revolucionaria sería que la AIBA (entidad que rige el boxeo amateur) “invite” a alguna figura de relieve a un JJOO, aunque ya haya un participante de su país en ese peso. Así nadie invadiría a nadie, ni le quitaría el puesto. ¿O no es lo que se busca, reimpulsar y jerarquizar al boxeo desde lo deportivo y el marketing?

Federaciones y promotores deberán ponerse de acuerdo en esto y marchar de la mano sin pisarse, pero sin impedirse. Si en los demás deportes se puede, ¿por qué en el boxeo no?

La urgencia inicial “pide” permitir a un profesional -que ya ha pasado por el amateurismo- volver a intervenir en un JJOO si lo desea y su nivel lo amerita. Y si no, que demuestre en el ring ser mejor que el titular de su Selección. Pero tiene derecho y sería conveniente para todos.

No obstante, de esto no se habló mucho ni se acercó ninguna propuesta innovadora.

Sí en cambio en el caso inverso, el más complejo. Porque que un amateur destacado pelee como profesional, dando un salto de 6 a 12 rounds, requiere de una transición ineludible.

Mientras tanto, algunos podrían ser rankeados y edificar una carrera paralela. O bien podría la AIBA postularse como una 5ª entidad mundialista con su rama profesional, para formar a sus elementos y coronar campeones que luego podrían cruzarse con los de la AMB y OMB, las entidades más permeables a la idea.

Sin embargo, lo que se barajó desde la AMB fue organizar campeonatos semiprofesionales con púgiles de entre 21 y 22 años para que peleen a no más de 6 asaltos contra púgiles amateurs.

Decepcionante. Más de lo mismo. En el fondo es seguir encasillando y temiendo a fantasmas inexistentes. En el alto nivel la cosa no es cuestión de edades. Poner un límite así es no entender el concepto. ¿Qué problema habría en que pelee uno de 25 o de 40 contra un amateur?

Con regular la duración de los combates alcanza. La idea es ganar tiempo y adaptación para que el pasaje del terreno olímpico al rentado no obligue a empezar de cero, ni sean incompatibles. Sumar en vez de dividir.

MÁS CREDIBILIDAD, MÁS JERARQUÍA

El otro gran tema fue el de las clasificaciones y campeonatos. Rever el sistema de rankeos buscando hacerlos más justos, y depurar (jerarquizar) los títulos regionales, hoy tan desvirtuados.

Poner la lupa en que no sigan siendo disputados por púgiles sin los méritos debidos. Y en no permitir a cualquier contendiente sólo porque está disponible, para llenar una programación, porque es más barato, o porque el título sirve para la TV, que “vende” la palabra y atiza el interés de los aficionados más incautos.

Eso depende exclusivamente de la voluntad y seriedad de los organismos y sus representantes dirigenciales de cada país, cosa escabrosa, porque éstos (los organismos) a su vez cobran un arancel, y a cambio, rankean al campeón, aunque no tenga nivel. Un negocio funcional a un sistema decadente. Es como comprar un puesto, solapadamente.

¿Contra esto quiere luchar la AMB? Si es así, chapeau. ¿Pero será cierto, o son palabras llenas de intenciones efímeras y demagógicas, que luego quedan en la nebulosa, como pasa con la mayoría de las cosas que se hablan en las Convenciones?

No será fácil –ni rentable, quizás- llevar a cabo una estrategia para desinstalar este anclaje y articular una mejor versión, más transparente y ecuánime, salvo que todas las entidades lo hagan y fomenten la aleación entre cadenas televisivas y promotoras boxísticas.

¿Imposible? Tal vez. Pero en la reciente Convención participaron promotores como Bob Arum, Don King y Eddie Hearn. E inéditamente lo hizo el presidente de la OMB, el puertorriqueño Francisco “Paco” Valcárcel, alineado en el camino junto a la AMB y la AIBA.

Y un detalle más: estuvo presente el mundo federativo amateur, representado por su máxima autoridad del momento, el presidente interino de la AIBA, el marroquí Mohamed Moustahsane.

No fue el único. También asistieron –entre varios otros- el presidente de la Federación Mexicana, el azteca Ricardo Contreras, quien tuvo fuertes palabras contra su compatriota Mauricio Sulaimán, presidente del CMB, principal opositor a la fusión, y que en su momento impulsó la suspensión de 2 años en el ránking de su entidad para todos aquellos que acepten intervenir en campeonatos de AIBA.

Es de las primeras veces en la historia que el CMB tiene una postura conservadora, y que no sólo no encabeza, sino que no acompaña renovaciones. Su guerra contra la AIBA está por encima del boxeo para él.

Con el cierre de la histórica 99 Convención quedó planteado este nuevo desafío de cara al Centenario que se celebrará el año próximo en Moscú, donde hombres y mujeres de otra mentalidad tendrán la oportunidad de trazar una nueva ruta que rija quizás 100 años más.

La necesidad de trabajar en conjunto –dirigentes, TV, promotores y Federaciones- para superar la actual coyuntura, es el máximo compromiso y principal obstáculo para el salto de calidad. ¿Se podrá?

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