Por Gustavo Nigrelli (especial para A LA VERA DEL RING)
Escribir hoy en día sobre boxeo en un medio convencional en nuestro país –especialmente conseguir un espacio digno, dado las flojas programaciones y la pérdida del centimetraje-, es una operación hazañosa que los interesados directos debieran reconocer y agradecer.
Pero de pronto nos enteramos de que no se usan más las gacetillas de prensa para difundir eventos direccionadamente, según la Comisión de Marketing de la FAB. ¿En serio? ¿Será ése también el criterio de TyC Sports y Boxeo de Primera?
Cuesta creer que a la pantalla no le interese divulgar el horario de sus transmisiones, o llevarse bien con la prensa en vez de no acreditarla como está sucediendo. Pero a juzgar por algunas respuestas recogidas de algún representante (Guillermo Carpintero), así parece ser, ignoramos si con consentimiento de la Gerencia General que maneja Pedro Freire.
La “Fecha FAB”, que se organiza sin la intermediación de promotores, donde sólo intervienen –supuestamente- los dirigentes y la emisora televisiva (TyC), en teoría necesita afianzarse, conseguir aliados para poder independizarse de a poco de aquellos, crecer, tener más consenso, respaldo, mejores peleas, más dinero para repartir, mejor producto, más prolijidad, mejor trato y empatía para con todos los actores que lo rodean.
Sin embargo, parecen haber optado por el camino opuesto, envueltos en una soberbia inexplicable e infundada.
Subestimar la labor de la prensa no enviando una mísera gacetilla -herramienta básica en la labor cotidiana- bajo el falaz argumento de que “ya no se usa más” que desmiente la infinidad de estas recibida a diario, es una prueba. Y ni hablar de no acreditarla, como se expondrá más abajo.
La contradicción es que a través de una gacetilla fue que invitaron a la conferencia organizada hace un par de semanas por la “Fecha FAB 5” del pasado sábado en el Casino Buenos Aires. Y por la misma vía también piden que se publique info.
Lo que llama la atención es que para tales conferencias no existe el aforo, la discriminación, ni las condiciones que se piden para las veladas, como enviar carta en papel membretado del medio, con firma y sello del jefe, DNI, detalle de función periodística y cargo, etc, siempre sujetas a aprobación, sin garantías de que aun así se logre la acreditación.
La acefalía en que se encuentra la FAB tras la muerte de sus últimos dos presidentes (Luis Romio y Osvaldo Bisbal) en el término de meses, dejó las cosas en manos de gente que, por ignorancia o desidia, relativizan axiomas ancestrales sin medir consecuencias, ya sea por no importarles, o ser de otro palo (el marketing).
La economía, los egos empresariales, y mucho de errores dirigenciales decantaron en este presente del boxeo argentino que parece irreversible, aunque los últimos bastiones del periodismo escrito se esfuercen por evitar su extinción, más allá de redes sociales o páginas web sin demasiado rigor, a las que el público boxístico –cincuentones largos- no está acostumbrado a acudir, amén del relevante plus que aporta una noticia o comentario plasmado en el papel. Esto no hay que despreciarlo.
Pero la pretensión de este nuevo desmanejo –no se sabe si de la FAB, de TyC Sports, o de quién- es que para informarse se entre a la web de TyC y desde allí se consulte todo. Y si algo no está en tiempo y forma –como sucedió esta vez con el horario de la transmisión-, se chequee por todas las redes sociales hasta agotar la paciencia, como si los interesados fuesen los periodistas y no los televidentes, o ellos mismos.
Sería bueno saber si los responsables del canal desean tener al periodismo especializado como aliado, como enemigo, o les dará igual, pero nunca fue un camino inteligente para nadie pararse enfrente.
Por eso aquí viene lo más grave: por primera vez en la historia (que se recuerde), más allá de ejemplos aislados como el de Julio Ernesto Vila -a quien Tito Lectoure le prohibió la entrada de por vida al Luna Park-, en el Casino flotante se seleccionó sólo a dos colegas para acreditarlos, usando un criterio cuestionable en un sistema democrático: “porque acuden a las conferencias”, “porque preguntan”, “porque publican”. Da la sensación que el criterio fue la obsecuencia y el servilismo, más insultantes que privilegiantes.
Tamaño acto de discriminación y entorpecimiento a la libertad de trabajo, típicos de sistemas autoritarios, no pasó a mayores sólo porque el evento se televisó y porque además no es demasiado el espacio que los medios gráficos le destinan a estos espectáculos cada vez más degradados. Pero en otro contexto ameritaría una denuncia grave, desde el INADI hasta los organismos políticos, gubernamentales y gremiales.
Ni hablar el caso de los fotógrafos a quienes directamente excluyeron, sólo permitiéndole trabajar a uno, que, cual agencia única, enviaría fotos a quienes lo requirieran. Si a algún reportero de ARGRA (Asociación de Reporteros Gráficos de la República Argentina) le hubiese interesado cubrir y se lo negaban, pobres de ellos con el lío que habría en puerta hoy.
Lo que no se sabe es qué hacían cómodamente sentados en la selecta platea los cabecillas de la agrupación “14 de septiembre”, Patón Basile, Mauricio Cabrera y el Epi Martínez, que en la Fecha FAB 4 de Lanús junto a otras 200 personas rompieron todo y retrasaron 4 horas la velada, exigiendo -sin que nadie se los pidiera-, mejores bolsas para el boxeador, dignidad y derechos.
¿Y? ¿Quién transó con quién, dado que las cosas no cambiaron?
De no creer: entran los patoteros y no entran los periodistas…
También lo boxístico
En lo boxístico, que quedó relegado por esta desorganización que no puede soslayarse, existe un criterio peligroso esgrimido desde la programación, donde la estrella era un extranjero, el invicto venezolano Albert Ramírez -¿tendrán la intención de manejarlo?-, contra el tucumano Facundo Galovar, que fue de punto.
Según Carpintero hay que acostumbrarse a ver púgiles de afuera en la pantalla nacional, en contraposición a una postura del gerente de contenidos (Freire), que siempre trató de defender el boxeo local. De ser así, las programaciones de ESPN suelen ser infinitamente superiores, por lo que ni podrán competir. ¿Querrán eso?
Dolió entonces ver cómo el tucumano Galovar -ovacionado por el público- fue tratado como visitante en su propia tierra. Hizo una pelea pareja, se llevó puesto cojudamente al venezolano, desnudándolo, y hasta la “tarjeta de la gente” -que propicia el propio canal- lo vio ganar 97-93.
Pero el fallo fue: 98-92, 98-92 y 99-91 en su contra. En otro contexto, por un título mundial, al local no se la sacan, sea donde sea. Es más; si la misma pelea la organizaba acá un promotor, quién sabe si con los mismos jueces el fallo sería ése, y ni hablar con otros. Ejemplos sobran. Sería bueno entonces que la Fecha FAB no copie malas costumbres y se ponga la camiseta del boxeo, no el traje de los promotores a quienes desean reemplazar.