( Por Gustavo Nigrelli) La historia de cómo el dueño de SONNOS en pocos años instaló a su empresa como la máxima referente en artículos de boxeo, incluso en la FAB, desplazando a otras más antiguas. Un proyecto global que encierra lo humano y económico, apuntando al alto rendimiento.
A Ariel Osso (FOTO), 39 años, extrañamente lo conoce poca gente en el boxeo. Pero basta con sintonizar TyC Sports para verlo en todos lados, en las sogas, en los guantes y demás accesorios.
Es que es el dueño de SONNOS, hoy por hoy el único sponsor fijo que tiene el boxeo argentino, gracias a un encomiable emprendimiento que combina la pasión por el deporte y una capacidad empresarial digna de reconocer en estas épocas, donde no hay muchos que inviertan y confíen en la industria nacional.
“Si existe te lo consigo, y si no te lo fabrico”, es su lema.
“No quiero ser un simple sponsor en el boxeo. Quiero meterme para aportar ideas, emprender, ofrecer, y aspiro a que el boxeo y el deporte en general progresen en lo estructural y económico como me pasó a mí. Es una de las cosas que le falta a nuestro país”, dice Ariel, nacido en CABA, pero residente desde siempre en Ramos Mejía, cerca de donde tiene su fábrica, en la localidad matancera de San Justo.
-¿Cómo fue que te metiste en el boxeo, más precisamente en la FAB, y cuánto hace?
Mi primer contacto fue a través de Mariano Plotinsky –ex boxeador y retador mundialista-, que es profe de Educación Física como yo. En realidad primero había ido a la FAB por mi cuenta con una carpeta a ofrecer rings, en 2017. Me atendió Tito Zelikowicz, el gerente, pero me sacó cagando (ja). Dos años después llegué a Luis Romio, por entonces el presidente, ahí sí a través de Plotinsky, que me armó una reunión en un bar de Caballito -nunca entendí bien por qué ahí y no en la FAB-.
-¿Y con Romio qué tal?
Me abrió las puertas, nunca me pidió nada, y lo acompañé en todo lo que pude hasta el último día. Conmigo, 10 puntos.
-Siempre pensé que te había llevado Guillermo Carpintero, porque conocí tu marca por él.
(Risas) No, yo llegué antes –NdeR: dato inexacto-. Pero Romio me tenía escondido, no sé por qué, no me dejaba hablar con nadie. Todos pasaban al lado mío sin saludarme, sin saber quién era –ni lo saben hoy-, y por ahí peleaban con mis guantes el sábado, o usaban mis servicios o productos, tanto boxeadores, como DT y promotores.
-¿Qué servicios? ¿Qué es lo que le aportás a la FAB?
Más allá de apoyatura económica, fabricamos desde el ring, hasta lo último que te puedas imaginar. Ropa, elementos de gimnasio, pesas, aparatos, todo, menos calzado. Nuestra empresa es un mix entre el boxeo y el gimnasio, o el fisicoculturismo, que es mi especialidad. Fabricamos no menos de 2000 productos, porque la oferta en Argentina era prácticamente nula y la demanda cada vez más compleja. Pero lo fuerte, el objeto distintivo, son los guantes.
–¿Por qué los guantes, con todo lo que hacés?
Porque mi objetivo, o mejor dicho, mi sueño, mi meta, es que nuestros guantes estén alguna vez en Las Vegas, en una pelea de título mundial, más allá de crear productos a la altura de los de afuera. Es decir, que los argentinos no compren en dólares lo que pueden comprar acá en pesos. Y crear un espacio, un gimnasio de alto rendimiento para la preparación física y la práctica del boxeo que esté a la par de los lugares a donde nuestros púgiles viajan a entrenarse, gastando tanto dinero. Que puedan entrenar y concentrarse acá.
-Suena ambicioso.
Es que al ser docente y a la vez empresario veo que a través del boxeo se puede hacer algo más que deporte. Y uno de los problemas es que el boxeo tuvo una gloria que ahora no tiene tanto, porque se sigue entrenando como Rocky cuando el mundo entrena como Iván Drago. Lo que pasa es que ese cambio no puede ser una decisión aislada de un boxeador, o un técnico, sino una decisión conjunta de dirigentes y empresarios.
-¿Cómo y cuándo se te ocurrió esa idea?
Arranqué con 20, casi 21 años, próximo a recibirme de profe de Educación Física, trabajando hasta el mediodía con mi viejo, que está en el mundo de la industria (no vinculado al deporte). Entonces junté ambas cosas. Primero les ofrecí productos a mis compañeros de facultad, después comencé a visitar empresas que fabricaban elementos a ver lo que hacían para ver qué les podía ofrecer a los gimnasios según lo que necesitaran, y así empecé a recorrerlos por la tarde, con el auto de mi mamá. Allí fue que surgió esa frase: “si existe te lo consigo, y si no te lo fabrico”.
-¿Y al primer local, cómo llegaste? (NdeR: tiene en no más de 2 manzanas a la redonda tres inmensos galpones destinados a la fabricación, venta y depósito).
El primero se abrió en 2009 con ahorros desde 2003 -cuando empecé con esto-, más todo el stock que fui acumulando con los productos varios para mayoristas, para gimnasios y consumidor final. Pero en 2010 nos dimos cuenta de que el boxeo era un grupo muy demandado, así que empezamos a fabricar productos más especializados en eso.
Lo que sorprende es ver cómo se expandió en tan poco tiempo, con talleres propios tan grandes.
La empresa en total tiene 5500 m2, de los cuales 1000 son destinados a la venta, 2500 al almacenaje, y 2000 al área productiva, que está dividida en dos: la metalúrgica (900 m2) y la textil (1100 m2). En cada una de las áreas -sin contar la productiva- tenemos aproximadamente 15 o 20 personas. Unas 35 en total. Y otras 30 más divididas entre el área logística, almacén y personal de venta.
-¿Por qué decís que no querés ser un simple sponsor?
Porque no. No quiero ser un main sponsor, como puede ser un Banco, por ejemplo, no vinculada al deporte. No quiero utilizar al boxeo como un medio para publicitarnos. Nosotros queremos contribuir a la formación como herramienta pedagógica. Estamos comprometidos con el país y el deporte. Por eso somos prácticamente socios fundadores del BISC (Boxeo Infantil Sin Contacto) desde el día 1, que es un emprendimiento de la FAB. Desde la creación del logo, hasta el aporte de elementos, trabajando codo a codo con Gerardo Poggi (NdeR: presidente del Boxeo Infantil e impulsor del proyecto). Así fue que lo conocí y nos hicimos amigos.
-Reitero mi concepto de ambicioso -en el buen sentido-, teniendo en cuenta el estado del boxeo argentino actual, su contexto, su economía, y la del país.
Es que la idea es mejorar el entorno. El boxeo tiene un conjunto de esferas entre las que está: la FAB como institución, marco regulador y normativo; los gimnasios; y el boxeador y su entrenador en la faz humana. Pero todo esto no funciona sin una empresa que genere equipamiento e infraestructura. Si una de las patas quiere crecer pero la otra no se desarrolla como debe, queda todo relegado.
-Te falta algo importantísimo hoy en día: la TV.
Ah, sí, por supuesto. TyC Sports es fundamental para la divulgación y propagación de las peleas, además del aporte económico que hace con los derechos televisivos.
-¿Tu relación es con la FAB, con TyC Sports, o con ambos?
Con ambos. A TyC, por ejemplo, le saldrían mucho más caras algunas cosas que yo hago gratis a cambio de estar en las sogas.
-¿Pero es un convenio de palabra, o hay un contrato?
Hay un contrato.
-Todo en forma de canje, o también aporte de dinero.
Pactamos una cifra anual donde hay un mix entre implementos, servicios, y lo que no se cubre con eso, se completa con dinero que vienen a retirar de la FAB.
-¿Y ahora que fallecieron Romio y Bisbal, con quién hablás? ¿Quién es tu contacto en la FAB?
Y, Carpintero, Poggi, y desde hace poco Luis Doffi -que supuestamente será el próximo presidente-, con quien tuve una reunión hace unos meses.
-¿Qué tal esa charla? Porque imagino que tenés que plantear todo esto a nivel dirigencial para que lo sepan y te den el lugar que buscás.
Con Doffi muy bien, quedó muy impresionado. Le ofrecí todo lo que necesite, le dije que estaba a su disposición, y me preguntó qué quería yo a cambio. Le dije que lo único que quería era que la FAB me homologue y apruebe los guantes como marca oficial, como para que no haya dudas de eso. Pero ojo, no pido exclusividad. Lo que a mí me interesa es que SONNOS, que es la más nueva, quede reconocida por la institución para poder salir con ese aval al mercado internacional y cumplir mi sueño/objetivo de estar en Las Vegas, en una pelea de título mundial, y si es de un boxeador argentino, mucho mejor.