(Juan Moreno- TyC Sports) La formoseña recibió su licencia de boxeadora profesional el 25 de marzo del 2001, tras luchar por la reglamentación del boxeo femenino en Argentina. Su legado, el retiro y qué queda por conquistar.

Desde 2001 hasta la actualidad, Argentina se convirtió en una potencia en boxeo femenino: 32 campeonas mundiales, medallistas panamericanas y una en Juegos Olímpicos de la Juventud. Nada de esto hubiera sido posible sin Marcela «la Tigresa» Acuña (FOTO: Marcela Acuña y el periodista Carlos Irusta), quien puso la piedra fundacional. Un día como hoy, hace 20 años, la formoseña recibía la licencia N° 1 de boxeadora profesional en el país, dando el primer golpe de una pelea que todavía sigue…

Del full contact a pelear con Christy Martin: los años de lucha de la Tigresa Acuña

Marcela Acuña brillaba en el full contact, pero a sus 20 años empezó a sentir que se quedaba sin rivales para competir. Fue en esa época en la que conoció a Christy Martin. «Cuando la vi por televisión, dije que quería boxear y ser campeona mundial. Me reflejé en eso. Ahí empecé a golpear las puertas. No sabía que no existía una reglamentación para el boxeo femenino. Pensaba que estaba vigente para hombres y mujeres», le cuenta a TyCSports.com.

En 1996, la norteamericana vino a Argentina, como parte de una gira por Sudamérica para promocionar el boxeo femenino. Incluso estuvo en el programa Mediodía con Mauro, que conducía Mauro Viale. La Tigresa fue invitada a participar. «Estaban buscando a alguien a quien tirarle un par de piñas y que Martin se lleve lo mejor de Argentina, los aplausos. La sorpresa de Martin y los organizadores fue impactante cuando me le planté y di lo mejor, sin la experiencia necesaria», recuerda la formoseña. Claudio González, empresario que llevó a la boxeadora estadounidense, empezó a gestionar la pelea oficial. El 5 de diciembre de 1997, en el Amphitheater de Pompano Beach, Acuña tuvo su primer combate profesional: cayó por puntos ante Martin.

La lucha de la Tigresa Acuña para conseguir la licencia

Aquel viaje también le sirvió a la Tigresa para traerse un reglamento de Estados Unidos, que luego le presentó a la FAB. Osvaldo Bisbal, máxima autoridad de la entidad en aquel entonces, estaba interesado en impulsar el boxeo femenino (sobre todo, mirando el boom en Norteamérica), aunque el resto de los dirigentes no tanto.

«Me decían que estaban estudiando fisiológicamente a la mujer para ver si podía soportar golpes… Un montón de cosas que me parecían excusas. Pensaban que sería un show, que pocas mujeres se iban a animar. Le tenían miedo a las críticas por lo que podía ocurrir arriba de un ring con mujeres. Por ese lado, se tardó muchísimo. Lo único que yo veía era excusa tras excusa», afirma Acuña.

La Tigresa no contó con el apoyo público de ningún campeón mundial en aquellos años. Ni siquiera de algún boxeador profesional. «No se acercó nadie», expresa. «Las situaciones más difíciles era cuando entrenaba en un gimnasio colmado de hombres… Te lo hacían saber con palabras o sólo con miradas. ‘¿Esta que hace acá? Está re loca'», agrega

En el medio, los «momentos de altibajos», el temor a tanto esfuerzo en vano y el miedo de «volver a Formosa con las manos vacías». El apoyo de la familia siempre fue clave. Junto a Ramón Chaparro (su esposo e histórico entrenador), continuó insistiendo, hasta que finalmente consiguió la aprobación y, el 25 de marzo de 2001, le otorgaron la licencia N° 1 de boxeadora profesional: «Fue largo, cansador. Pero siempre tuve el objetivo claro, lograr la reglamentación».

El enorme legado de la Tigresa Acuña para el boxeo argentino

En 24 años de carrera profesional (incluyendo los duelos con Christy Martin y Lucia Rijker en Estados Unidos), Marcela Acuña se convirtió en una leyenda del boxeo nacional: fue campeona argentina y del mundo (con títulos en los cuatro organismos más importantes), una cara visible del deporte en las últimas décadas y le marcó el camino a todas sus colegas. «No me imaginé que iba a llegar a tanto. Cumplí mi sueño y me ocurrieron cosas que ni siquiera hubiera pensado. Ha sido sorpresa tras sorpresa mi vida deportiva», dice. Tal es así que, gracias a ella, la mujer boxeadora tiene su día en Argentina: cada 25 de marzo, por aprobación de la Legislatura porteña y también de la provincia de Buenos Aires.

A su vez, la formoseña considera que el boxeo reflejó un cambio de época. «Era el único lugar pura y exclusivamente masculino. Y llegamos nosotras a romper los estereotipos y barreras. Era un tiempo en que las mujeres empezaron a empoderarse, a hablar un poco más, a decir lo que pensaban. Fue un cambio de época, de siglo también, un cambio de toda una sociedad», afirma.

Actualmente Argentina cuenta con más campeonas mundiales mujeres (Daniela Bermúdez, Nazarena Romero, María Cecilia Román, Micaela Luján, Leonela Yudica, Débora Anahí López y Evelyn Bermúdez) que hombres (Brian Castaño): «Seguramente en años anteriores nadie se lo hubiese imaginado. Es otra de las cosas que vivo, disfruto y me enorgullezco».

Por otra parte, en cuanto a su carrera, a sus 44 años, la Tigresa ya decidió que en este 2021 le pondrá punto final a su etapa como boxeadora profesional: «Queda muy poco. Me costó muchísimo tomar la decisión. Antes decía que iba a decidir dejar de pelear cuando no tuviese ganas de entrenar. Me empecé a dar cuenta que es tiempo de dejar pero nunca dejé de entrenar… Tengo que poner un punto final a esto. No quiero lamentar ningún tipo de consecuencia».

«Soy coherente y es muy lógico decir que mi reloj biológico me está marcando que debería estar dedicándome a otra cosa, pero es tan fuerte eso que me ata al boxeo que me cuesta mucho decir adiós. Las cosas tienen que ocurrir en algún momento y decidí que sea este año. No puedo decir que será una, tres, cinco o diez peleas, pero sí quiero hacer algunas y cerrar este año de la mejor manera, con algún título mundial nuevamente y colgar los guantes definitivamente», agrega.

Afuera, del ring, la formoseña analiza diferentes opciones: está estudiando coaching deportivo, le llama la atención el periodismo y también piensa en retomar su carrera en derecho. «Hay muchas cosas que en lo personal debo cumplir y sigo postergando por esto que amo, que es el boxeo», dice la Tigresa. De todas formas, la leyenda, quien ya estuvo en el rincón de Brenda «la Pumita» Carabajal, no descarta seguir en el mundo del pugilismo: «Hasta que no cierre esta etapa, no voy a definir dónde. Pero ligada al boxeo, seguro. Cómo, no sé. Veré en su momento».

Más allá de que dejará un legado enorme en el boxeo, Acuña entiende que hay aspectos en los que las mujeres aún tienen terreno por conquistar. Principalmente, en la igualdad de las bolsas: «Si bien yo no lo voy a ver, es fundamental para las que vienen. En segundo lugar, que tengan un lugar más importante dentro de la dirigencia de la FAB, más allá de que hay una Comisión de Mujeres. Me refiero a la toma de decisiones, especialmente en cuanto a boxeo femenino». De todas formas, la Tigresa confía en el camino que le marcó a las peleadoras que vio crecer: «Yo siempre digo que el boxeo femenino queda en buenas manos, me puedo retirar tranquila».

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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