A continuación, una entrevista publicada por el diario El Litoral de Santa Fe, cuando se supo del fallecimiento del técnico José Guillermo Abbas, en julio de 2015, un procer del ascenso argentino. Abbas, en 1986, fue el técnico de José Manuel Estrada de Formosa, en un recordado Torneo Regional. FOTO: Abbas, fue siempre muy atento con la prensa de Formosa, en la gráfica aparece en una entrevista que le realizó el periodista del Nuevo Diario, Alfredo Domínguez, en el céntrico Hotel Plaza-
Este viernes se produjo el deceso de José Guillermo Abbas, quien fuera el entrenador de Unión en el segundo ascenso a Primera, en 1968.
El Litoral le realizó una extensa nota en oportunidad de una visita que hizo a la ciudad de Santa Fe. Aquí algunos párrafos de la misma:
– ¿Cuánto hace que no venía al club?
-Hace 33 años que no pisaba Unión. Me emocioné muchísimo cuando entré y vi cómo estaba renovado el club. A mí me quedó el sentimiento tatengue en la sangre, porque viví momentos muy lindos en este club. Y no veo la hora de entrar a la cancha y besar el césped que tantas alegrías me dio.
– ¿Usted fue el técnico aquella famosa noche del viejo Gasómetro de avenida La Plata, cuando Unión dio vuelta el partido con Newell’s?
-Fue un cuadrangular en el ’69. Lo jugamos Rosario Central, Newell’s, Gimnasia y Unión. El primer partido lo jugamos con Gimnasia, en cancha de Racing, y ganamos 3 a 0. Ese día, Newell’s le ganó a Central 1 a 0. Así que fuimos a la final con Newell’s un sábado a la noche. Al comienzo del segundo tiempo, perdíamos 3 a 0. Terminamos 3 a 3 y, en el suplementario, Ciro Ocampo nos dio la victoria.
-¿Qué anécdota guarda de esa noche?
-Que perdí el sobretodo que me había hecho mi señora a medida. Cuando llegué al micro, me di cuenta que tenía el saco azul pero no el sobretodo. Alejandro Apo, en su audición de los sábados a la siesta en Continental, cuenta ésa y la de los penales de rabona.
-¿Cómo de los penales de rabona?
-Eso fue también en Unión. En los entrenamientos, pateábamos penales de rabona en broma. Pero resulta que un día vamos a jugar a la cancha de Morón y perdíamos por un gol. Nos cobraron un penal a favor y fue ‘Pichón‘ Vitale a patearlo. Tomó carrera y lo hizo de rabona. Entonces empezó a correr hacia el banco a puro grito: ‘íMaestro, vio que lo hice de rabona, lo hice de rabona!‘. Y yo estaba parado en la raya de cal, enloquecido, y le decía: ‘Pero escúcheme, eso es para los entrenamientos, no para los partidos, me va a hacer morir de un ataque‘.
-Estaba todo preparado por los jugadores, ¿no?
-Seguro que lo tenía preparado. Mamita querida, me volví loco. Yo tenía la costumbre de quedarme con cinco jugadores después del entrenamiento pateando penales. Y un día le dije que me dejaran a mí. El arquero era Garzón y se lo hice de rabona. Me agrandé, le di la revancha y lo volví a hacer. Entonces, los jugadores me imitaron. Hasta allí, todo en broma. Cuando lo pateó así en el partido me quise morir. Pero el ‘Mago‘ Vitale era muy valiente, capaz de hacer eso y mucho más.
-‘Pichón‘ era un jugador fantástico, ¿verdad?
-Vos lo veías a Vitale y no sabías si era zurdo o derecho, porque la movía con las dos. El día que le ganamos a Colón, en cancha de Colón, por 1 a 0, hizo una jugada fantástica. Tomó la pelota por la derecha y empezó a apilar rivales. Creo que dejó tres o cuatro jugadores en el camino y se la sirvió al ‘Tola‘ Scotta, que Dios lo tenga en su santa gloria, para que metiera el gol. Iban 6 minutos del segundo tiempo.
-¿Y los dirigentes, José?
Recuerdo con mucho amor a mi padre futbolístico: el doctor Marcelo Casabianca. El me trajo cuando no me conocía nadie. Yo venía de las inferiores de Morón y resulta que el delegado de Liniers era íntimo amigo de Casabianca, y muy amigo mío. Un día le comentó que estaba cansado de los técnicos que venían a Santa Fe a robar la plata y no hacían nada por el club. Entonces, Casabianca le dijo que quería a alguien que no lo conociera nadie. Y un día, antes de un partido contra Gimnasia, me lo presentaron. Fui a ver el partido y me preguntó, después, qué me pareció el equipo. Cuando terminé de hablar, me dijo que el lunes iba a tirar mi nombre en la reunión de comisión directiva y que a las 11 me llamaba. Llegó esa hora y estaba al lado del teléfono, que sonó a las 11 y cuarto. Y ahí nomás me dijo que era el técnico de Unión y que viajara urgente.
-La verdad es que corrió un riesgo muy grande don Marcelo.
-El primer partido lo jugamos con Almagro, de mañana, y empatamos 1 a 1, pero casi lo perdemos y a mí casi me matan. A partir de ahí, no perdimos más y lo ascendí en ese año, que fue 1968. Y en el ’69 lo dejé en primera… No me quiero olvidar de mucha gente, pero Casabianca, sobre todo, como Malvicino y Julio Ringa son tipos inolvidables para mí… Mirá, Unión, Central Córdoba de Rosario, Talleres de Remedios de Escalada y J.J. Urquiza de Caseros son mis casas en el fútbol.
-Con el equipo en primera y con usted haciendo todavía sus primeras armas, ¿cómo hizo para mantenerlo?
-Me mantuve con los jugadores del club y subí a los Zanabria, al ‘Loco‘ Mendoza, a los Scotta, Silguero, el ‘Torito‘ Zuviría… Traje un marcador de punta, que se llamaba Juan Carlos Díaz, que venía de River, y también llegaron Anzarda y Ciro Ocampo. También estaba el ‘Larguirucho‘ Martínez, que luego se fue al Real Madrid.
-¿Es verdad que se especializó en ascensos?
-Te cuento cómo siguió la historia: de aquí me fui al Deportivo Morón, lo saqué campeón en el ’70, pero me peleé con Machado Ramos. En el ’71 estuve con el ‘Gitano‘ Juárez en Newell’s, luego me fui a Central Córdoba a través de un arreglo que hicieron Botti y el presidente de Central Córdoba, lo salvé del descenso y lo saqué campeón al año siguiente. En el ’74 dirigí a Chicago y cuando llegaron las finales, me tocaba enfrentar a Unión en la cancha de Ferro. ¿Sabés qué hice?
-Ni idea…
-Me fui del club porque no lo quería enfrentar a Unión. Yo no quise cortarle a Unión la posibilidad del ascenso y no dirigí a Chicago en esa tarde que ganó Unión 4 a 1.
Además, estaba mal con Paulino Niembro, el padre de Fernando, que era el presidente de Chicago.
-íQué nenes!, Paulino Niembro, Machado Ramos…
-Soy un fenómeno después de haber trabajado con dirigentes bravos como Niembro y Machado Ramos… Bueno, después fui a Platense y perdimos la final con San Telmo, en la cancha de Huracán, en 1975. Después pasé a Chaco For Ever y lo saqué campeón. Allí me fui al Deportivo Municipal de Lima y lo saqué cuarto, volví al país y dirigí a Talleres de Remedios de Escalada y lo ascendí con el récord de goles del fútbol argentino en una temporada: 118 goles en una temporada, contra 115 de Independiente en 1937. En el ’79 lo saqué tercero en la B y luego lo metí en el Regional a Huracán de Trelew. Luego me fui a Libertad de Salta y tuve que volver a Talleres para salvarlo del descenso y luego lo saqué campeón de la segunda rueda, en el año en que ascendió San Lorenzo en 1982. Después, como loco que soy, me fui a trabajar a la Universidad de Belgrano y llegué a ser administrador del club. Ganaba 1.000 australes por mes, una guita bárbara, pero renuncié y me fui a dirigir a Estrada de Formosa. Mi mujer me quería matar.
-¿Y después?
-Fui a J.J. Urquiza, que estaba en la D. Me encariñé y lo ascendí de la D a la C, con 95 goles. Luego me fui por cinco años a dirigir al Deportivo Argentino de Pehuajó y allí terminé mi carrera. Después puse la escuela de directores técnicos, que lleva ocho años y de la que salieron Tapia, la ‘Vieja‘ Reinoso, Landaburu, Noremberg, y ahora está haciendo el curso Miguel Colombatti, aquél de Morón y Racing. Y luego surgió esto de Chacarita a través de mi gran amigo Borrelli.
-¿Qué postal le quedó grabada de Unión?
-Acá fui muy feliz, porque me encontré con gente muy buena que me trató muy bien y me dejó trabajar con tranquilidad. Lo único negativo de mi paso por Unión fue el ayudante de campo que tuve, un tal Ernesto Becellio, que terminó siendo un sinvergüenza.
-¿Qué pasó?
-Nunca dirigió nada y lo mandó al descenso a Unión en el ’70. Era un pobre infeliz que tiró por la borda todo el trabajo que yo hice en aquellos dos años que jamás se van a borrar de mi vida.
Recuerdos que no se van a borrar
De la mano de Abbas, Unión consiguió el ascenso a Primera División en 1968, luego de haber salido cuarto en el torneo Reclasificatorio del que surgieron los seis equipos que jugaron al año siguiente en la máxima categoría.
En aquel Reclasificatorio, Unión ascendió junto con Quilmes, Atlanta, Gimnasia, Platense y Deportivo Morón. El partido decisivo lo jugó ante Nueva Chicago, al que venció por 3 a 0. Ese día, el equipo alistó a Garzón; Cabrol, Figueroa, Sauco y Casal; Dusso, Lapalma y Mario Zanabria; Vitale, Ruiz y Mendoza. En esa campaña también jugaron Cordero, Flores, Ramón Zanabria, Miño, Villalba, Palacios y Pulcini.
‘¿Qué hicieron los técnicos famosos que estuvieron antes que yo?‘, fue parte de las declaraciones de Abbas aquella tarde, luego de agradecer a Unión por haber confiado en un «desconocido».
Al año siguiente, el equipo debutó en Primera ante Estudiantes, que venía de ser campeón del mundo en el ’68. Con respecto al plantel del año anterior, aparecieron Díaz, Morales, Delfín Benítez, los hermanos Scotta, Mendoza, Asencio, Toyé, Lapalma, Dedé, Silguero, Algosino, Ciro Ocampo y Escalante, entre otros.
El 29 de setiembre de 1969, Abbas dirigió el último partido en Unión: fue ante San Lorenzo de Mar del Plata, en la Feliz, en un encuentro que terminó con la derrota de los tatengues por 2 a 1.
Tras esto, se inició un conflicto entre los jugadores y la directiva que terminó con la renuncia de Abbas. Allí asumió Justo José Rossi, quien ascendió a varios ‘pibes‘ de las inferiores, entre los que estaban Artucio, Delbianco, Cañete, Yabó y Fredes, que venían siendo observados por Abbas.