BOXEO
José «Sansón» Rosa, promesa del boxeo e hijo del ex boxeador dominicano José Rosa Gómez –radicado en La Rioja-, lleva 6 combates profesionales ganados KO.
Ni el Chino Maidana, ni Lucas Matthysse, ni el Zurdo Lausse, ni Miguel Ángel Cuello lo hicieron. Habría que buscar bien si en la historia del pugilismo nacional alguien comenzó su carrera con 3 nocauts en el 1º round como el riojano José Ángel Gabriel Rosa, más conocido como “Sansón”.
Su padre, el dominicano José Joaquín Rosa Gómez, “El Evangélico”, un extraordinario púgil de la década del ’90 que un día vino a nuestro país y se quedó para siempre, lo quiso bautizar con ese nombre al nacer por lo mucho que se movía en el vientre de su madre, Adriana Fellini (mendocina y también ex boxeadora amateur), pero como en el Registro Civil no se lo permitieron, le puso José como él, y Sansón le quedó como apodo.
Hijo de boxeadores entonces, Sansón es el púgil más activo de la actual temporada con 6 peleas, todas ganadas por KO, las 3 primeras por KOT 1, y es la sensación de este pugilismo pandémico a sus jóvenes 21 años.
La caída de los dos fondos programados para el viernes y sábado pasado en TyC Sports -ambos por casos de coronavirus en algún protagonista-, hizo que en la velada del sábado de Pérez, Santa Fe, el poco atractivo semifondo pasara a ser la pelea titular. Y sin quererlo, que la de Sansón Rosa contra el santiagueño Walter Coman -que iba a ser una de las preliminares a 6 vueltas-, ocupara el lugar coestelar, aunque con mucho más interés que la de fondo por su olor a KO.
Y fue KOT 3. El árbitro local Rolando Sandoval -que parecía algo ensañado con el riojano-, no advirtió que en la primera caída de Coman en el 3º ya estaba para pararla, atento la potencia del joven invicto. Y luego, lento de reflejos, tardó en intervenir para decretar el KOT, por lo cual llegaron dos zurdazos tremendos más que pudieron haber hecho daño. No es éste un momento para aguardar definiciones rimbombantes. Hoy la precaución extrema cotiza en bolsa y la integridad de Coman corrió un riesgo innecesario.
Más allá de eso, Sansón debe educar su potencia con técnica e inteligencia. Lo primero es entender que cada golpe tiene su tiempo, su fuerza y su destino. No es cuestión de pegar a lo loco, ni cerrar los ojos y descargar manos al 100 % como para derribar un edificio. Eso podría funcionar en una contra, pero no yendo al ataque como él suele hacer, donde el rival lo ve venir, lo lee y se prepara.
Para aprovechar su vigor, cada impacto tiene su dibujo, su razón de ser, y principalmente, su blanco. Sansón los lanza con un backswing de golfista, lo cual atenta contra su eficacia, además de ser incorrectos. Un día le pegará a las luces o seguirá de largo hasta el ring side. El secreto está en concentrar el poder en un punto, y hasta allí debe llegar el recorrido del golpe para clavarse; a lo sumo, unos centímetros más. El resto es desperdicio. Eso es trabajo de gimnasio pero es también sabiduría de su maestro.
Quizás alguno recuerde al dominicano Rosa Gómez, su padre. Y recuerde que hace algo más de 20 años protagonizó un lamentable episodio en Villa Ballester, en una pelea contra el misionero Jorge “El Gordo” Álvez, protegido de la FAB, en la que el Gordo perdió por KO 9 y sufrió una descompostura sobre el ring que obligó a bajarlo en camilla y llevarlo al hospital de urgencia.
Allí debieron operarlo para extraerle un coágulo cerebral y estuvo varios días en coma. Se recuperó felizmente, aunque eso le cortó la carrera porque afectó parte de su motricidad.
A partir de allí Rosa Gómez fue sutilmente perseguido por la FAB, pues dejó de ser programado por ésta -salvo para ir de punto-, y extrañamente perjudicado en fallos, no obstante lo cual le alcanzó para dar batacazos como su victoria por KO 8 ante el ex campeón mundial Raúl “Pepe” Balbi, cuando se disponía a reconquistar la corona.
Increíble y algo injusta su historia. Pero reivindicatoria. Al punto que tras su percance con Álvez, el creyente Rosa Gómez le pidió a Dios un hijo. Y Dios le dio a Sansón.